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OSCAR FAELLA (+)
13 de Agosto de 1937 - 18 de Enero de 2020
 
OSCAR FAELLA (+)






Biografía

FAELLA, OSCAR

Pianista. Nació en Asunción 13 agosto de 1938.

Hijo de la célebre maestra de piano Josefa Peña de Faella.

Se destacó como preciosista del piano, continuando con la línea de Aristóbulo (Nonón) Domínguez, lo que le valió el sobrenombre de «FANTASISTA DEL PIANO».

Fue pianista de numerosas orquestas.

En 1958 grabó por primera vez, con Juan Carlos Soria

En 1970 grabó como solista para el sello Elio y  en 1995 un CD con IFSA,  las más populares creaciones de compositores paraguayos.

Fue pianista del ballet argentino EL CHÚCARO en Buenos Aires en 1960 y de LOS CINCO DEL RITMO entre 1962 y 1964.

Acompañó a destacados solistas como: Roberto Yanés, Ramona Galarza, Estela Rabal y Luis Alberto del Paraná

Fuente: DICCIONARIO DE LA MÚSICA EN EL PARAGUAY  por LUIS SZARAN. Edición de la Jesuitenmission Nürnberg, Alemania 2007. 507 páginas. Edición digital: www.luisszaran.org.




OSCAR FAELLA

Pianista

O: Debuté en la Confitería Vertúa cuando tenía cinco años, ustedes no van a saber lo que era la confitería. El Vertúa era un lugar que estaba en la calle Palma, el lugar “chic” de Palma, se abría hasta las 00:30hs de la noche. Orquestas y conjuntos actuaban allí a la hora del té, se realizaban despedidas de soltera, cumpleaños de quince.

Te estoy hablando del 46, 47, no me acuerdo bien, pero a los cinco años debuté como pianista, eso no me olvido. No porque tocara bien ni cantara, sino que al lado de mi casa vivía el dueño de la Confitería Vertúa y yo le rompía todas las plantas a pelotazo limpio y estaba cansado. Me llevó, él era italiano, muy amigo de mi padre, entonces me iba todas las noches y le tocaba y le cantaba "mamma son tanto felice...”, el italiano me quería, ya te digo seguramente cansado de que le rompiera todas las plantas, me llevó a actuar a la confitería.

En El Vertúa actuaba la orquesta de Leonardo Alarcón, era típica y jazz, el maestro Alarcón que tocaba el bandoneón, y después que tocaba jazz, él tocaba la trompeta, el bandoneonista tocaba el saxo. Así eran las orquestas de antes, del 43,45 por ahí. Esa era la orquesta de moda. Había otra orquesta que se llamaba Iris, el director era un argentino, Walter, un pianista, ese actuaba en la “Confitería Ideal” que es la que estaba pegada al Teatro Municipal.

Exactamente, eso era de un tal Villalba, después había "Terraza Medianoche”, habían muchos lugares, y todas las orquestas eran típica y jazz, y así eran en ese tiempo las orquestas, las que recuerdo, pero yo era una criatura, me acuerdo debuté y me llevaban, me invitaban. Mi papá era un enamorado de la música, me llevaba a todos lados, mi madre fue Pepita Peña, la maestra de Florentín Giménez, de muchos músicos, todos los músicos parece que fueron sus alumnos.

Después pasó el tiempo y entraba en la escuela Brasil y tenía mi programa en radio, Radio Centro, Oscar Faella y su piano. Y era caradura, en la escuela Brasil, una maestra se llamaba Kiki Rodríguez, una gran señora que yo le debo tanta alegría. Y ahí formé una orquesta y necesitábamos un cantante.

E: ¿Quiénes integraban?

O: Edgar Graw, tocaba muy bien el violín y Antonio Medina Bocelli, él tocaba la flauta y los hermanos Belmont, uno tocaba la batería, pero necesitábamos cantante, y no teníamos cantante. Y había sido, detrás de mí, en el banco de la escuela, estaba un tipo alto, flaquito, que luego cantó con nosotros, ese, más tarde se llamó Alberto de Luque. Él era de mi mismo grado, atrás de mí se sentaba y así continuamos.

A los 12 años quedé huérfano (falleció mi padre) y no había pianistas en esa época, eran muy escasos los pianistas, entonces, habían muchas orquestas. Viene el maestro Azuaga y me pide para que entre a la orquesta que se llamaba Melodías de América. Yo me ponía el pantalón de papá, me ponía su saco y actuaba con la Orquesta Típica y de Jazz.

¿Sabes cuál era el problema? Que en la Orquesta Típica y en la de Jazz éramos sólo nosotros. Yo tocaba el piano (en la típica) y después tocaba el acordeón (en la de jazz) y él que tocaba el violín (en la típica), se sentaba y había una bolsa llena de cervecitas con maíz, entonces ahí ellos: chiqui, chiqui, chi (simula el sonido de las maracas). El maestro Esquivel me decía: “pero Oscar, nosotros tocamos acá toda la noche y ganamos tres guaraníes y estos tipos (se refiere a los que se sumaban luego a la orquesta) tocan media hora y listo”. Y entonces no tocamos más.

Después del 55 ya habían orquestas, estaban Los Orrego, muy buena orquesta, estaba la típica de los hermanos Vázquez, de Luque, Céspedes Servín, era una orquesta famosa, conocida, Típica Asunción y también estaba Chiquito Leguizamón, tenía un cuarteto Santa Cecilia, que se convertía en quinteto Buenos Aires y cantaba Oscar Sanabria, un argentino. Y ahí empezó Florentín Giménez, empezó con la orquesta profesional 5 bandoneones, 5 violines y él le pagaba mensual a sus músicos entonces. Orrego, Florentín Giménez, Vázquez, cantante Oscar Escobar, así eran las orquestas. Ya te digo, por ahí me estoy olvidando de muchos, había una orquestita ideal que era típica y jazz ¡Volaba!

Athos Bernal, fue quien introdujo el jazz en el Paraguay, una orquesta, que tocábamos muy bien. Viene y me llama, yo ya estaba en el Vertúa. Formé mi cuarteto en el Vertúa: la trompeta, Dante Ortiz y él también cantaba, Esquivel, un baterista, yo en el piano.

Los pianistas más grandes que tuvo este país, yo debo y hay que agradecer, los que representaron al piano en Paraguay, fueron el Maestro Smith, que ya murió y Juan Villa Cabañas que era mi compadre, yo andaba tras ellos. Juan Villa Cabañas era un hombre que tenía como siete títulos universitarios, era un tipo que se hacía respetar. Tocábamos en el Centenario especialmente, no se podía usar la pista, no se podía tomar una coca cola y nos plantamos nosotros, especialmente Villa Cabañas se plantaba.

 

 

Luego viene Athos Bernal, que era uno de los músicos que se recibió de profesor de música superior, becado al Brasil, creaba Las Estrellas Paraguayas del Jazz.

Luego empezó una orquesta Neneco Norton y sus Caballeros del Ritmo, era una orquesta de cuatro saxos, tres trompetas, trombón, cantante. ¡Era una sensación! Era la sensación del momento, después se pelearon todos y se formó La Casa Blanca Jazz, fue una orquesta grande también, después Papi Barreto, Los Jokers. Había muchas orquestas, muy lindas. El Paraguay siempre tuvo un público que bailaba música tropical, se tocaba “El Manicero,” “La pollera colorada”, “Cachita”. Todas esas músicas.

Después empezaron a salir los grupos de esos muchachitos jóvenes que empezaron a tocar rock, que fueron los primeros que rompieron. Esos muchachitos acá de Tablada, Los Rebeldes, se fueron a Brasil.

En los 60, una de las orquestas más exitosas era Big Boys Serenaders, con la voz de Neri Bedoya. Del 50 al 80 estaban Jonhy Torales, el trío de Los tres Sudamericanos, Oscar Barreto, el señor de la zarzuela junto con Kiki Nazarsa.

Hasta hoy quedan Los Orregos, que es una buena orquesta y se acabaron las otras. ¡Ah! Después vino la fiebre de Alberto Evans, Rudy Heyn tenía una orquestaza! ¡Un señor! En toda la palabra, respetuoso, y después vinieron los grupos Caribe 3, todas esas cosas. Y después vinieron Los Hobbies, Los Aftermads. Ahí vino la debacle en la asociación de músicos, formaron un sindicato de músicos y cometieron la equivocación, se aliaron con las discotecas, en vez de que las discotecas dependan de los músicos, pasaron ellos a depender de la discoteca y entonces se empezó a hacer los bailes por las entradas. Vos le tenías que amplificar al baile y le dabas todo, ellos te daban la entrada a vos, eso empezó a hacer la discoteca con la orquesta, después ya vino la pelea.

Los músicos no tuvieron la capacidad de organizarse y comprar los espacios en la radio, comprar los espacios en televisión, y hacer repertorio propio. Todo lo que pasaba en la televisión argentina, acá se cantaba igualito. No hubo creatividad, no hubo nada. Los únicos que crearon fueron Los Hobbies y Los Jokers, y Los Aftermads, que fueron los que aguantaron más. Y después, se acabó, la discoteca les tragó a todos, increíble es. Se acabó.

Ahora se empiezan a formar grupos que tocan música tropical, que es una música lamentable, que es la copia de la Argentina, que es lo peor. Que me perdonen, yo le digo a esta juventud paraguaya, acá hay grupos paraguayos que tocan música tropical, como estos la Retrocumbia, Cachiporros y eso. Son superior, mil veces a toda estas barbaridades que nos mandan. Aparte, groserías, yo no sé, le gusta a la juventud.

Mira, trabajé con todos los músicos de Paraguay, a mi me quiso llevar Paraná (Luis Alberto del Paraná), 20 veces me quiso llevar, y yo te digo una cosa, gracias a Dios me quedé acá!

E: ¿Qué año era eso?

O: Allá por el 60, imagínate, se actuaba en los restaurantes. Yo trabajé cinco años en EEUU, trabaje en hoteles, 100 dólares acá, 50 allá y la gente dice 200 dólares es mucha plata, es mucha plata para acá, pero allá acordate que tomás café con leche y pagás en dólares.

Alcides Mallorquín, el embajador en Inglaterra escribió esta carta:

“Recuerdo como si hubiera sido hoy día una aventura singular que me tocó vivirla, hace un poco más de 50 años, mi arribo a la ciudad de Panamá, sería al hecho de ser enviado por el gobierno para participar de los trabajos previos a la reunión de presidentes americanos, instalado en el lujoso Hotel Hilton, buscaba eludir el sin sabor de mi soledad, al cabo, no conocía a nadie... yendo al espacioso bar comedor del hotel a matar las horas escuchando la música suave ejecutada, en un primoroso piano de cola que se ofrecía a la leve concurrencia. Una de esas noches, cuando más pesaba sobre mi ánimo, la lejanía de la patria y la ausencia de familiares y amigos, me vi de pronto sorprendido por la melódica ejecución de una exquisita música paraguaya y no era sólo el poder de la melodía lo que hería mi sentimiento, sino la delicadeza y pulcritud de la soberbia ejecución de la pieza, ante el caluroso y prolongado aplauso de la concurrencia, el pianista ofreció, todo un concierto de música paraguaya, guaranias y polcas, se sucedían sin pausa y extendieron, tanto para el público presente como para mí, todo el exquisito deleite de las melódicas interpretaciones del pianista, que se lucía muy joven, desde la distancia en que lo observaba, apenas tuvo una pausa, corrí a saludarlo y a felicitarlo, por su apariencia, me pareció que no llegaba siquiera a los 20 años, al saberme paraguayo, dio un brinco y se generó el primer encuentro, me dijo con un compatriota desde su llegada de él a la simpática ciudad de Panamá.

Oscar Faella, se llamaba ese joven virtuoso del piano, que noche tras noche asombraba a los asistentes, los más de ellos, diplomáticos, empresarios y miembros de la alta sociedad panameña, por la calidad y brillantez de su interpretación, desde entonces, una estrecha amistad me unió con este pianista excepcional, y hoy día, al cabo de más de medio siglo, oyéndolo ejecutar el piano, siento la misma alegría y ese turbulento orgullo que me invadió en la noche aquella en Panamá.

He tenido la fortuna, de escuchar muy de cerca, en el transcurso de mi ya larga vida, en diferentes y lejanos países del mundo, a distinguidos cultores de nuestra bella música paraguaya, en cuenta Luis Alberto del Paraná y Los Paraguayos, Los Indios, de Juan Alfonso Ramírez y Chinita Montiel, mi compadre Celso Bogado, con los Reales del Paraguay. Al igual que con Oscar Faella y su cercana y fiel compañía, mi amistad y admiración por Oscar en particular, sigue igual, no importan los cincuenta y tantos años de nuestro primer encuentro, termino estas breves líneas, portadoras de mis gratos recuerdos de aquel primer encuentro con Oscar Faella, señalando que, no obstante, el largo trecho recorrido hasta el presente, sea escuchándolo a él sentado al piano y brindando sus magníficas interpretaciones, sean mediante sus discos y que sean factura interpretativa, no puedo eludir ni por un instante la misma emoción de aquellas noches de

Panamá.

Asunción, 15 de mayo de 2006.

Firma: Alcides Mallorquín.”


E: Tenías 18 años... ¿cómo fue para que viajes?

O: Y tocaba con un ballet argentino, grande, en Buenos Aires. Grabé mucho en Buenos Aires con Juan Carlos Soria, con todos grababa. Me iba y venía. Acá no había estudio pues. Y una vez tocamos acá en la Embajada americana y me escuchó una de las personas, esa era la reunión de presidentes de América. Me contrataron y fui para 8 días, me quedé un año ahí en el hotel y vine. Lo mismo, en EEUU yo trabajaba bien, no triunfé, yo trabajaba en el Restaurante La Dolce Vida, que estaba en el 87 piso de las torres gemelas, eran de unos judíos maravillosos.

E: Trabajar como músico en Nueva York, no cualquiera lo hace.

O: Ganaba 200 dólares, pero yo guardaba la plata, no me hallaba chamigo. Nda ja vy’ai voingo, para que nos vamos a joder. El americano no te da pelota. Cuando yo llegué llevaba muchos recortes de diario de mis actuaciones en Paraguay y los discos de platino y triple platino por la venta de los discos con la ISA y le presente al representante artístico estas cosas, y ahí me dijo que nada de eso importe y que toque el piano, y me dijo: “bueno, usted va a trabajar, pero hoy es el 7 del mes y acá se empiezan todos los trabajos el 5 del mes, vos llegaste tarde”. Entonces me dicen: “vas a entrar los días de descanso”. Un día a la semana descansaba un pianista, y me fui ahí en las torres, me fui a ver quien era el pianista que tocaba, eso fue en el 89, quin era el pianista que tocaba. Tenía un posters más grande que él, un tipo feroz, italiano, y me fui yo calladito a escuchar a quien yo le iba a reemplazar.

Y después me subo a tocar. Y toco Mercedita, y la segunda parte, cuando hago param papam, param papam, sale una señora de la cocina “¡piiiipu!” dice ahí... jajaja, la dueña del restaurante casada con el judío, una correntina.

E: Y ahí y le metiste en el bolsillo.

O: Me llamó, me dijo, eju katu ape. Me tiene podrida este italiano y ahí empecé a tocar. Me gestionaron ellos mi “Green Card” todo eso, y empecé a trabajar, no me quejo. Yo ganaba 200 y me iba a la lavandería, llevaba mi ropa esa señora. Ahí, la ventaja en el restaurante es que tocabas de 8 y media, 9 y media a 10 de la noche, porque venía el americano, se sentaba en el bar, pedía un cóctel, te pedía. Vos tenés todo tu repertorio, te marca ahí y el mozo luego le dice: “la máquina no anda si no se aceita” y no se pone mucha plata, 5 o 3 dólares y te manda el pedido, con eso vos quitas 10 o 20 dólares diarios de propinas.

E: Hay muy pocos pianistas como vos en este momento.

O: No quieren estudiar. El problema de los muchachos es que ya no tocan más piano, no tienen mano izquierda, no tienen nada y con el aparatito ese que vos tenés y bajas de Internet la música y ya está. Ese es el problema, los jóvenes no tocan nada. Le decís: “toca un poco el piano” y te dicen: “ese no toco yo soy tecladista”, te dicen. No vayas a creer que eso es acá nomás.

E: ¿Qué músicos vos recordás de los primeros tiempos? Vos le mencionaste a Alberto Evans.

O: El baterista por ejemplo, el mejor baterista que había era Nene Barreto, después Kike Kronawetter (Kike Krona), un baterista extraordinario, después Farola, no sé si escucharon hablar de él, el loco García, un kurepí que era muy bueno, en el escenario era espectacular. Y Riolo que tocaba conmigo y había muchos. El primer baterista se llamaba Paco Gómez, el tiraba todo al aire, era extraordinario. Suárez, por ejemplo, “El Sombrero Verde de la Pachanga”, tocaba la trompeta y cantaba, era un espectáculo. Entre los saxofonistas de aquel tiempo, estaba el Dr. Cabañas, era extraordinario.

Vos podes ser el mejor pianista del mundo y tocas vos y viene un tipo y te rompe en cuatro, porque les gustó. No hay nada que hacer. Y a lo mejor toca así, con el dedo así (simula tocar el piano con un dedo). Mi finada mamá me decía: “mi hijo, toca mal pero tenés que tocar vos, tenés que tener un estilo propio. ” Yo toqué mucho, compartí escenario con Mariano Mores, con Ariel Ramírez, la música paraguaya tiene fuerza, la música paraguaya, si vos tocas con temperamento, le gusta a la gente y no hay problema. El problema nuestro es sencillo, la música ya dejó de ser arte, es negocio, y cómo va a trascender el artista paraguayo, ¿cuál es la manija para trascender?

Eso le decía a mi socio, amigo del alma Nicolás Bo, dueño de Canal 13, y ese “Buscando la voz” (programa de televisión para descubrir nuevos talentos), y para qué haces “Buscando la voz”, si le vas a dar un disquito que le venda a sus amigos. ¿Y después? Vos sabes bien que nunca va a ganar el festival de la OTI un paraguayo, un boliviano, un ecuatoriano. Nunca va a ganar, porque ¿cómo vos que sos empresario de disco, vas a invertir en Carlitos el cantor de Paraguay?, ¿vas a gastar plata en él?. Vas a gastar plata en un brasilero, donde hay 200 millones de habitantes. Gana un español, gana un americano. Me decís que en un Festival de Viña del Mar cómo traen los artistas, latinos y como rellenos van los artistas paraguayos, bolivianos, que es muy difícil que sobresalgan en el concurso, porque no tienen el apoyo de las grandes disquerías.

Resultase, todo eso que vos escuchas, esos tum, tum, tum, eso es estudiado, científicamente. Antes, se bailaba swing, se bailaba rock, se bailaba tango, salsa, vos viste como se baila la salsa, tenés que ser centroamericano para bailar. Entonces, ¿qué lo que se baila? Ese tum, tum, tum y esa es la música que da plata. Y ahora entraron en la música grosera, es increíble las barbaridades. Mbae la ojapoa. Y vos querés cantar “India bella mezcla”, los mita’i te van a meter un garrotazo, pero se puede. Los Correntinos ya son tan avivados, ellos ya no tocan más con su acordeoncito. Un acordeoncito, un saxo, un trombón, una trompeta, una batería, una guitarra eléctrica, un bajo eléctrico, tiene otro.

Ya no es más chamamé. Yo defiendo el arpa, todo, pero si quiere trascender, tiene que ir buscando otro idioma con el arpa, otros sonidos con instrumentos electrónicos, instrumentos de viento y percusión. Sin desvirtuar la esencia de la misma música paraguaya.

¿En el Paraguay? Yo una vez le dije a Safuán, un gran maestro, la música de Safuán es maravillosa, pero ¿cómo vas a meter tu música si todo el día “ay... che kebranta kuaaite piko nde, che celular nde jukata” (risas)?

Y la música no tiene lógica. Le gusta a la gente, y para colmo la música tiene el mismo problema que el fútbol. ¿Vos ya jugaste alguna vez un partido? Vos aunque no toques, alguna vez silbaste, vos tocas, vos cantás, cada uno se cree que es técnico de fútbol y cada uno es crítico musical, porque alguna vez cantó, tocó o le gustó, entonces... No hay nada que hacer, vos tenés que tocar y si le gusta a la gente, gracias Dios mío y si no le gusta, Nooo, el paraguayo es difícil, no es macana.

En México, hay una escuela donde hay 500 mitai, de esos tiene que salir uno cada dos años, uno nomás. No puede haber dos Sinatra, no puede haber dos Pavarotti, no puede haber dos porque mientras da plata ese se queda ahí y aunque vos seas mejor, no, es negocio.

La música, actualmente es negocio, no hay nada que hacer, se acabó. Y Paraguay, no puede promocionar, si no trasciende, vos decís: “yo soy paraguayo”, “¡ah! Vos sos de Uruguay”, te dicen, “Brasil”. “Paraguay, ¡ah! “Pájaro Campana”, si tenés suerte, “Recuerdos de Ypacarai”, nosotros no existimos en el mundo, yo soy amigo del esposo de Gloria Stefan y me dijo cuando le llevé mis discos: “qué linda tu música, pero acá hay 20.000 paraguayos, cómo vamos a gastar plata, vamos a grabar por lo menos 50.000 discos para promoción. No es posible, no es mercado, es muy difícil”.

Si querés competir, la música paraguaya va a competir, pero tiene que ser un ballet como él de Susi Saco, de 20 o 30 personas, tenés que vestirle de gala al músico, ya no puede, que vaya con su arpa y su guitarra, pero aparte una orquesta de 20 o 30 tipos para que le de fuerza, así vas a vender el programa.

E: Ahora vos estás trabajando como pianista?

O: No, no, yo estoy en otra cosa. Yo toco, porque maricón kue y músico kue no hay luego, y estoy en la orquesta de Cámara del Congreso, gano tres millones y gasto cuatro.

E: La última vez que te escuché fue cuando el Bicentenario, ahí tocaste, detrás del Palacio.

O: Ahí toqué porque, ahí tuve un problema también, se iba a traer a Bocelli, se iba a traer al mexicano ese también, y a Plácido Domingo. Un millón de dólares cada uno y después Il Divo, que iba a cobrar 700 mil dólares y ya se armó un quilombo, ya empezó un despelote. Mba’e pió. Uno ya empezó: “porque yo, porque esto”. Entonces le pedí la palabra a Margarita y le dije: “perdóneme Margarita, yo no sé si usted me conoce Señora”. Me dijo: “Cómo no te voy a conocer Oscar, yo bailé mucho contigo”, “no, conmigo no bailaste nunca porque sino hubieses sido mi amante o mi señora, vos sos muy linda”, dije para calmar los nervios. Le dije yo: “mira, en el Paraguay no vino nunca San Martín, ni Sucre, ni Bolívar, ni Belgrano a liberarnos del yugo español y si ustedes estudian la historia verán que todos nuestros héroes eran campesinos, vamos a brindarles el homenaje con música paraguaya, por qué vamos a traer a extranjeros”.

El tipo que puede vivir acá de la música, puede vivir ya en el planeta Marte. Es difícil. Y ahora no es tanto, cuando nosotros tocábamos antes, nos íbamos a esos bailes en la campaña y llegábamos, en una piecita nomás, no había luego luz, era esa lámpara que se llevaba, te ponían la cena, pobrecitos, lo mejor que ellos te podían poner, te servían ese arroz con comino, que no puedo ni oler, ya no comía yo y un día salimos para tocar en Villarrica, había un puentecito así, porque corría el agua pues y estábamos todos de smoking. Entró hasta acá (señalando que el agua le llegó hasta la cintura) y llegábamos al baile a tocar, en la primera entrada, y no se oía nada, lo único que había era rayosol creo que se llamaba, una lámpara que se inflaba, linda luz tenía, y venía uno y colgaba en el alambre. De repente, cuando ya había 200 más o menos, una iluminación de la gran siete había y ya te digo, ya arrancaba (el generador) rrrrrmmm, roto- tototo, atrás tuyo, y vos tenías que tocar, y a las 12 de la noche opa la nafta. Y después cuando terminaba todo, llevaban su luz y vos no veías nada, para cargar tu instrumento en el camión y por ahí el tipo que hizo la fiesta se había escapado y no te pagaba, ¡nosotros lo que pasamos!

Fuente: Músicos de Orquestas Bailables Asuncenas 1950 - 1980: Relatos y Anécdotas © Rodolfo Elias Acosta. Rodolfo Elías: Coordinador. Oscar Gaona: Investigador. Vicente Morales: Investigador y responsable de registro fotográfico. Editado con los auspicios del FONDEC. Asunción - Paraguay, 2013 (131 páginas)




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